Crítica: Amaral, Hacia lo Salvaje

Con Amaral seguramente nunca acabaré de ser del todo objetivo. Hacer una crítica de su nuevo disco, etiquetado desde hace meses por muchos como una apuesta por el indie, no deja de ser por eso, más que nunca, casi más un ejercicio egocéntrico de ajuste de cuentas -para bien o para mal- con los artistas, más que musical.

Les conocí hace diez años, cuando ya andaban presentando su segundo disco ‘Una pequeña parte del mundo’ aunque yo aun tenía solo su primer disco homónimo, que había quemado a base de bien. Había un salto bastante importante entre uno y otro disco, quizá más importante que el que media entre ‘Gato negro Dragón rojo’ y este ‘Hacia lo Salvaje’. Las canciones de su primer disco homónimo eran más oscuras y la voz de Eva, varios tonos más baja, casi se perdía tras las cuerdas de Juan o de Álvaro Urquijo (quien colaboró en ese album). Su segundo disco, en cambio, optaba por unos arreglos mucho más populares y, sobre todo, contaba con canciones radiables, auténticos éxitos de radiofórmula (‘Cómo Hablar’, ‘Cabecita Loca’…). Lo que viene después, lo conocemos todos: a Eva y Juan les llega su merecido momento y se convierten en una de las referncias por todos conocida en la música en castellano.

Puntuacion EO!: 14/15
portada del disco
Hacia lo salvaje está a la venta en dormato digital, en digipack en CD, en formato libro disco, y en vinilo.
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En el mainstream del mainstream, se diría. Pero siempre queda la sensación de que hacen lo que les apetece. Coquetean con la electrónica en ‘Estrella de Mar’, sacan un disco doble donde hay hasta temas instrumentales, regalan un EP de versiones (Granada). Y el público les apoya.

Por eso sorprende que se hable de ellos como ‘indies’ ahora. Después de tantos años, Amaral no son ni más ni menos indies que antes por dar otra vuelta de tuerca a su sonido afilando un poco las guitarras hasta darles un cierto tono épico, ni por que la voz de Eva suene más potente que nunca. En el fondo, no han hecho más que ajustar un poco su sonido enlatado a lo que suena en sus directos, usando incluso recursos habituales del directo -como el megáfono de ‘Montaña Rusa’-.
Sería osado, por supuesto, decir que ‘Hacia lo Salvaje’ es más de lo mismo. Eva y Juan son los de siempre. Ahí están sus letras introspectivas (Riazor) y sus letras rebeldes (Van como locos), sus historias melancólicas (Robin Hood) y sus estribillos implacables (‘Antártida’, ‘Esperando un resplandor’). Ahí está la maestría de Aguirre a las seis y las doce cuerdas.

Pero de alguna forma en ‘Hacia lo salvaje’ todo me vuelve a sonar cierto, más real. Como si se hubieran liberado de la presión de facturar clásicos para una radio que se muere y así les hubiese salido la honestidad que encontré hace ya años en aquel disco y en aquel primer concierto. Y eso no está en la producción, porque las versiones acústicas que se regalan junto al disco destilan precisamente desde la sencillez esa honestidad. La que muchos disfrutaron en el Libertad 8 hace ya muchos años.

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